¿Hay algo que nos guste más al ser humano que una buena comida? Nos gusta juntarnos a comer y charlar alrededor de una mesa, coger unas vacaciones con los amigos y la familia o simplemente tomar algo después del trabajo. Son cosas cotidianas, pero en las que algunas personas encuentran ciertos problemas, como los alérgicos o intolerantes a ciertos alimentos.
En muchas ocasiones, el tener que comer fuera se vuelve una necesidad. En el caso de comedores y residencias escolares, guarderías, residencias de ancianos e incluso, hospitales.
Asegurar unas condiciones adecuadas a estas personas va a hacer que disfruten mucho más del establecimiento, de la compañía y por supuesto, de los productos. Y a la vez, va a hacer que los trabajadores se sientan más seguros a la hora de servir y manipular alimentos. Creando un ambiente adecuado de seguridad y tranquilidad.
Para ello, se debe asegurar una cocina y servicio sin alérgenos y la formación de los trabajadores (el saber no ocupa lugar y puede librar de más de un susto).
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